Wednesday, January 04, 2006

 

La Reforma Académica de la UN, NOTA, (UNperiódico Dic. 2005)

El desafío de democratizar el conocimiento
y contribuir al desarrollo


Documento preparado por Vicerrectoría Académica

La Reforma Académica que se ha emprendido en la Universidad Nacional de Colombia, se constituye en un esfuerzo decidido por fortalecer la universidad pública en el país. Se trata de un proceso que busca modernizar el esquema curricular y adecuar las estructuras institucionales a las exigencias de la sociedad del conocimiento. Ésta es la sociedad en donde la competitividad no está dada por la relación costo-beneficio, sino por la capacidad para producir e incorporar conocimiento nuevo a sus procesos de formación.

El punto de partida es claro. Esta capacidad no puede quedar reducida a los sectores más ricos, ni a las élites. Una universidad pública, como la Universidad Nacional, tiene la tarea clave de democratizar ese conocimiento. Es decir, ofrecerles a los estudiantes de menores recursos las condiciones académicas e institucionales que les permitan acceder a ese nuevo conocimiento y desempeñarse en él. Nos referimos, específicamente, a esa población que tiene a la universidad pública como única alternativa. Así, por ejemplo, de los 5.400 admitidos para el primer semestre de 2006 (de los 63.000 inscritos), el 48% es de estratos 0, 1 y 2 (de los 29.400 inscritos de esos estratos).

Este desafío impuso la necesidad no solo de repensar la naturaleza y objetivos que deben regir cada una de las etapas de la formación en la universidad, sino que, además planteó la exigencia de mejorar el nivel y la calidad de los profesores que deben impartir ese nuevo conocimiento.

Desde el punto de vista de los programas académicos, el examen minucioso de los pregrados y posgrados dejó ver una universidad con rígidos esquemas curriculares y una estructura institucional poco flexible a las exigencias del cambio. Los procesos de autoevaluación, iniciados por administraciones anteriores, habían caracterizado bien el problema: mientras el mundo avanzaba hacia una nueva gestión del conocimiento universitario basada en la apertura al diálogo entre disciplinas y la colaboración interinstitucional, la Universidad Nacional se mantenía en la formación disciplinaria de los pregrados y estaba cerrada a la colaboración con el exterior.

No se trata solamente de entender que los estudiantes de la Universidad Nacional deben beneficiarse de los desarrollos académicos de otras instituciones públicas y privadas, y que los de aquellas pueden sacar provecho de ésta. También es cuestión de asumir que la Universidad está ante el reto de abrirse al exterior, de manera que le permita medir qué tan competente es la formación que imparte y qué tan sólido es el conocimiento que sus profesores y estudiantes producen.

El problema habría podido quedarse en la pregunta inicial: ¿La Universidad Nacional le está respondiendo a las demandas de la sociedad colombiana? Sin embargo, la tarea reformadora tiene otros alcances: ¿La Universidad Nacional está en condiciones de seguir siendo la mejor del país? ¿Puede producir nuevo conocimiento que desate nuevas fuerzas productivas que potencien el desarrollo del país? ¿Debe limitarse a ser la mejor universidad colombiana?


Durante los últimos tres años se ha promovido una reforma académica que no se plantea como el proyecto de la Universidad sino como un proyecto académico, científico e institucional.

El primer paso: la flexibilización del pregrado

En el esfuerzo de democratizar el conocimiento, se hizo evidente la necesidad de que los estudiantes no solo egresaran del pregrado con una formación de alta calidad, sino que además estuvieran habilitados para avanzar en su proceso de formación como generadores de nuevo conocimiento o como portadores de él.

Por esa razón, los planes de estudio de pregrado tendrán dos ciclos: uno básico que le confiere la formación teórica y conceptual necesaria para abordar el mundo desde una disciplina o profesión (formación en un área del conocimiento); y uno disciplinar profesional que lleve al estudiante del tratamiento de temas generales a la observación de problemas específicos, forzando a un diálogo entre disciplinas (paso a la interdisciplinariedad). Por esto, cada programa deberá definir el porcentaje mínimo de créditos (no menos del 20% del total) que el estudiante puede optar como electivos. A su vez, este 20% mínimo se dividirá así: un 10% que toma libremente (en su propio plan o por fuera de él) y otro 10% que obligatoriamente tomará por fuera de su plan de estudios.

Pero la flexibilización del pregrado no se detiene allí. Se busca llevar el diálogo interdisciplinario mucho más allá, ofreciéndoles a los estudiantes la posibilidad de obtener una doble titulación. Aún cuando no están obligados, los pregrados pueden ofrecer un área menor para aquellos estudiantes ávidos de perspectivas interdisciplinarias. El área menor es un conjunto de asignaturas para estudiantes provenientes de otros programas que estén interesados en enriquecer su formación. El área menor no solo contribuirá a la doble titulación sino que permitirá relacionar el pregrado con el posgrado al hacer posible el paso fluido de graduados de aquellos programas a los otros de nivel superior.

La adopción de los créditos académicos para el pregrado es simplemente una puesta al día, ya que la Universidad tiene sus planes de estudio de posgrado definidos en créditos desde 2001 (Acuerdo 020) y todas las universidades colombianas ya los han adoptado para el pregrado desde hace varias décadas. Un crédito se define como 48 horas de trabajo académico del estudiante y éste no debería estudiar en promedio más de 48 horas semanales, teniendo en cuenta el tiempo de las clases y el tiempo de estudio fuera de clase, lo cual equivale a 8 horas diarias de trabajo, durante 6 días a la semana. En tal caso, un plan de estudios no debe contemplar más de 16 créditos por semestre y el número máximo de créditos adoptado para el pregrado es 160 (16 créditos por 10 semestres). Obviamente habrá otros programas como Veterinaria u Odontología cuyo número de créditos por semestre sea superior a 16 debido a que pueden tener actividades académicas (clínicas) que duran más de 16 semanas, y en tal caso superen el tope de 160.

Con estas medidas se intenta racionalizar la intensidad de los planes de estudio, usualmente recargados de asignaturas, y flexibilizarlos en el sentido de permitir diversas rutas de formación para un estudiante. Esto quiere decir que, un programa puede determinar cuántos créditos debe completar un estudiante según su elección entre un conjunto de asignaturas en el ciclo básico como en el profesional.

Es importante aclarar que la duración de los pregrados seguirá siendo la misma: 4, 5 ó 6 años como el caso de Medicina; lo que significa que la calidad no "se está reduciendo o sacrificando", como muchos afirman. Sobre esto último vale la pena hacerse la siguiente reflexión: la calidad no depende única y exclusivamente del número de asignaturas ni de créditos, sino de la calidad de los estudiantes, garantizada por el examen de admisión, y de la idoneidad de los profesores, respaldada por los concursos de méritos académicos como el "2017", que exige el título de doctorado como condición de ingreso a la carrera docente en la Universidad y por un Estatuto Docente riguroso, como es el caso del Acuerdo 016 de 2005 en el que se establecen unos niveles de producción razonables y se demanda una buena docencia para que un profesor se promocione de una categoría a otra.


En los últimos meses el conjunto de la Universidad y especialmente sus unidades académicas básicas estuvieron inmersas en un proceso de discusión de la reforma curricular.

Hacia una Universidad de doctorados

La adaptación de la universidad a la sociedad del conocimiento solo depende de la capacidad investigativa que la institución pueda desarrollar. Sin investigación no hay universidad.

No se trata únicamente de impulsar programas y proyectos de investigación en temas o problemas estratégicos para el país. Se necesita darle una institucionalidad que sostenga en el largo plazo este esfuerzo. La Universidad Nacional solo cuenta con 134 grupos reconocidos en el Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología de los cuales, 36 son clase A, 30 categoría B y 30 grupos en la C, del total de los 479 existentes en la UN. Y solo cuenta con 25 programas doctorales en el nivel nacional.

Con la creación de la Vicerrectoría de Investigaciones, en desarrollo de la Reforma, la Universidad está estableciendo las condiciones institucionales con las cuales está apostando a consolidar los grupos de investigación y a duplicar el número de doctorados para los próximos años.

Sin embargo, la Vicerrectoría no es el único recurso que institucionalmente tiene una universidad para consolidar la investigación. Es imprescindible conectarla con los posgrados, particularmente con las maestrías y, sobre todo, con los doctorados. Solo en las universidades que cuentan con programas doctorales y estudiantes en investigación doctoral, se tienen posibilidades de consolidar el conocimiento existente o producir nuevo. En cuanto a los grupos de investigación el reto es promover la asociación e interdisciplinariedad entre ellos.

No hay duda de que la Reforma de la Universidad Nacional impulsa la creación y el desarrollo de nuevos programas doctorales y la consolidación de los existentes, como una apuesta al futuro.

Por otra parte, uno de los propósitos de que la UN sea la universidad de los doctorados es aprovechar el carácter nacional de la institución que cuenta con siete campus, cuatro grandes sedes (Bogotá, Medellín, Palmira y Manizales) y otras tres de presencia nacional (Leticia, Sede Amazonia; Arauca, Sede Orinoquia, y San Andrés, Sede Caribe), para contribuir al mejoramiento de la calidad de la educación superior del país, aumentando la oferta y cobertura de formación de profesores universitarios de otras instituciones públicas y privadas.

A su vez, la posición frente al fortalecimiento de la universidad pública coincide con una declaración de la última reunión de rectores de megauniversidades públicas de América Latina (una iniciativa de la Universidad Nacional de México a la que adhirió la UN hace algunos años), en la que protestó, ante los jefes de Estado de los países iberoamericanos, porque la baja inversión en educación pública superior en universidades como ésta, y la reducción de fondos estatales para financiar la investigación científica, entraña un grave riesgo para nuestra sociedad, que así difícilmente podrá sobrevivir, en condiciones de soberanía, en el siglo XXI. Como acción afirmativa, en la misma reunión se suscribió un convenio multilateral de movilidad, para los estudiantes de doctorado de todas las megauniversidades adherentes.

El factor crucial

El proyecto de Reforma tiene un soporte crucial: la incorporación de nuevos profesores que, por su nivel de formación y contribución académica, les permitan a los estudiantes de la Universidad Nacional estar al tanto de los más recientes y novedosos desarrollos académicos.

Esa fue la filosofía que inspiró la convocatoria del Concurso 2017, en la que se condiciona el ingreso de docentes e investigadores a poseer formación doctoral. Se presentaron más de 4.000 candidatos de más de 40 países. Como resultado ingresaron a la Universidad 154 doctores, que entrarán a complementar el trabajo de los profesores actuales en la formación de los estudiantes del pregrado y los posgrados. Este es, sin duda, uno de los más audaces esfuerzos por fortalecer la universidad pública. El conocimiento de docentes e investigadores de nivel doctoral, solo puede producir estudiantes mejor formados.

Esa decisión tiene un precio. El ingreso de los nuevos profesores solo puede producirse a costa de los que en la universidad se han rezagado. La Universidad no puede mantener docentes que no contribuyan a mejorar la calidad de los estudiantes, ni el alcance de los programas académicos. La Universidad Nacional, como el conjunto de las otras instituciones de su nivel, debe propiciar la actualización permanente de su planta profesoral. A mejores profesores, mejores estudiantes. Es un principio que no se puede negar.

Ese ha sido el esfuerzo reformador en que se ha comprometido la Universidad Nacional. Un esfuerzo que no es producto de esta administración, sino que es el resultado de muchas acciones de administraciones anteriores que avanzaron en distintas direcciones con el propósito de mejorar la Institución y, más precisamente, de fortalecer la universidad pública.

En efecto, la actual Reforma se enmarca en una tradición de reflexión y cambio que ha sido el hilo conductor de la historia de la UN desde su fundación. Como todo proyecto académico, éste no puede ser ni enteramente perfecto ni enteramente errado. Lo que no se puede negar sin faltar a la verdad es que esta Reforma está inspirada en la reivindicación del carácter público y nacional de la Universidad Nacional. La Reforma es un mecanismo audaz para blindar la Universidad contra quienes la desprecian como proyecto público creado para democratizar el conocimiento.

Quizá uno de los elementos más relevantes es que la Reforma ha vuelto a poner a la Universidad Nacional en el centro del debate académico e intelectual del país. La Reforma ya no solo se discute y se desarrolla en esta institución, cruzó sus propias fronteras: muchas instituciones de educación superior están en serio proceso de reflexión motivado por los cambios en la UN. La Reforma puso a pensar al país sobre el tipo de universidad que se necesita. Es la manifestación más clara de la manera como la universidad vuelve a enlazarse con la sociedad. Ese solo hecho defiende y justifica el carácter público que tiene y debe seguir teniendo la Universidad Nacional de Colombia.

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