Reforma en la UN

Universidad y bloqueo
Luis Ignacio Aguilar Zambrano
Decano F. de Economía Universidad Nacional

La Universidad Nacional cerró sus instalaciones temporalmente. No hay, por el momento, actividades de docencia. Las de investigación y extensión continúan con algunas dificultades. El cierre fue la respuesta institucional a los bloqueos que algunos estudiantes y profesores impusieron a la comunidad universitaria.

El centro de la vida universitaria es la crítica permanente, no sólo a los dogmas, sino a las opiniones calificadas y a los resultados de las investigaciones. Es la única forma de avanzar en el conocimiento, que es la razón de ser de los universitarios. El método es la argumentación racional cuya base conceptual está en la justificación de las causas y los efectos.

El lenguaje utilizado recoge, al tiempo, los intereses de los interlocutores que están por fuera del trabajo académico con los esquemas propios de la elaboración científica. La aceptación del aporte mutuo de un mundo que responde con velocidad a los nuevos acontecimientos del mercado, con el de la reflexión sobre los hechos y los planteamientos de posibles futuros es la responsabilidad del mundo universitario.

La actual reforma de la universidad se ha orientado a hacer de la Nacional una universidad de investigación y de postgrados. Por su dinámica interna, ya había comenzado a caminar en esa dirección. Con el debate y la implantación de las reformas, la institución ha ido encontrando un soporte extraordinario. Se cuenta con un nuevo estatuto general y un nuevo estatuto docente. En ellos merecen destacarse estructuras que facilitan el trabajo universitario: los grandes temas de investigación dependen de los departamentos en las facultades, en donde se congregan los profesores y organizan sus planes de trabajo.

La exigencia de los títulos académicos es una característica de los estatutos. Los plazos para obtener el título de doctor están determinados. Por lo demás, han emanado normas para que el relevo generacional sea ordenado y respetuoso con los profesores que le han dedicado la vida a la universidad, sin descuidar la responsabilidad de las facultades en la planeación del futuro de las carreras. Es una propuesta que apunta a la profundización en la calidad de los programas y que piensa en los profesionales que forma la universidad.

Las facultades han participado con debates intensos en el ajuste a las nuevas realidades. Los principales resultados son dos: las reformas administrativas y las académicas. Las primeras adecúan las estructuras de las facultades al objetivo general de situar a la investigación en el núcleo de la vida académica.

Las reformas académicas están revisando los contenidos de los programas, procuran que la flexibilidad de opciones para los estudiantes sean las mejores como respuesta a un mundo que está cambiando permanentemente, además quieren que los procesos entre pregrado y postgrados, hasta llegar al doctorado tengan continuidades lógicas y cada vez más profundas en el conocimiento de cada una de las ciencias y las disciplinas.

Una parte de las reformas en las carreras ha sido la preocupación para que los créditos, que es la norma para homologar el valor de las asignaturas con otras universidades de Colombia y el mundo, correspondan al trabajo de los profesores en las clases y al de los estudiantes en lecturas y trabajos de investigación.

En este contexto han aparecido protestas en las que se insiste en la falta de diálogo de las autoridades universitarias en el proceso de reformas. Es muy difícil respaldar esa afirmación. Las propuestas han sido sometidas al examen de la comunidad universitaria. Una solicitud de algunos grupos es la derogatoria de las reformas. Esto sería una irresponsabilidad con el quehacer universitario de renovación continua, de adecuación a las necesidades de la sociedad, de seriedad en la formación de profesionales.

Los bloqueos a los edificios rompieron el sentido universitario de la argumentación racional, único instrumento que tienen los académicos para debatir. Puesto que es difícil entender las razones que justifiquen los bloqueos, queda la hipótesis de plantear los intereses políticos, de algunos grupos, por encima de los académicos, orientados a desprestigiar a las autoridades universitarias.